lunes, 20 de febrero de 2012

FEDERICO GARCÍA LORCA.



PRIMERA PARTE

Me llamo Federico García Lorca, nací en Fuente Vaqueros, un pueblecito de Granada con muchos árboles y agua por todas partes. ¡Cuántos recuerdos!

Cuando era niño, como vosotros, recuerdo que me gustaba jugar a inventar juegos. Un día inventó “decir misa”, como había visto en la iglesia, me disfracé, coloqué velas y estampitas y delante de mis padres y hermanos hice todo lo que hacía el cura, incluso el sermón que emocionó a todos, así aprendí a hacer teatro. También me encantaba la música y con mis primos y primas cantaba y tocaba la guitarra. Leer en voz alta era otra de mis pasiones.


Reconozco que en la escuela me aburría un poco, y algunos niños se metían conmigo por no querer jugar a sus juegos, pero disfrutaba observando los árboles, el agua, el cielo y, sobre todo, escuchar historias de mi amigo el pastor.

Pero, tuve que irme del a vivir a Granada, para poder asistir al instituto. En el instituto, también se metían conmigo algunos niños me llamaban “Federica” si no me iba a correr o a tirar piedras como hacían ellos. Yo, en cambio hacía otras cosas, me encantaba jugar a pintar, igual que a mi amigo Manuel, pero lo que más me gustaba era la música, aprendí un montón de canciones populares, y más tarde empecé a inventarme mis propias canciones.


SEGUNDA PARTE

Más recuerdos… Pasó el tiempo y tuve que ir a la universidad, recuerdo a dos grandes profesores, Fernando de los Ríos y Domínguez Berrueta.

En esa época, murió mi profesor de piano, pero otra puerta se abrió, conocí al gran poeta Antonio Machado. Le escuché recitar poesías mientras yo tocaba el piano, y fue tan asombroso, que en un viaje que hice a Castilla, yo también empecé a escribir poesías. Fueron tantas, que sin darme cuenta había escrito un libro, “Impresiones y paisajes” se llamó.

También recuerdo las tertulias del Café Alameda, “El Rinconcillo” lo llamábamos, nos reuníamos un grupo de amigos para leer poesías, charlar e intercambiar pinturas y creamos una revista para publicar todo lo que escribíamos. Nos hicimos tan famosos en Granada, que cuando algún artista venía a la ciudad, iba a vernos al “Rinconcillo”.

Pero me cansé un poco de la universidad de Granada, quería conocer a gente nueva, así que me fui a Madrid. Viví en la Residencia de Estudiantes, un lugar magnífico, con un salón grande para hacer conciertos y charlas, laboratorios, campos de deporte… Esto es lo que yo quería en una escuela. Allí, conocí al gran poeta Juan Ramón Jiménez, al director de cine Buñuel, al poeta Rafael Alberti, pero sobre todo, conocí a mi gran amigo y mi gran amor, Salvador Dalí. Dalí, además de ser un pintor genial, era divertidísimo. Nos hicimos inseparables y lo pasábamos muy bien inventando poesías, disfrazándonos, asistiendo a los teatros… fue un tiempo estupendo. Yo escribí otro libro de poemas y una obra de teatro que se llamó “Mariana Pineda”. De vez en cuando volvía a Granada y compartía recuerdos e ideas con mi amigo, el gran músico Manuel de Falla.



TERCCERA PARTE

Recuerdo mi tristeza por no poder seguir compartiendo con mi amigo Dalí, tanta tristeza que decidí cambiar de aires. Me fui a Nueva York.


¡Qué ciudad más asombrosa!, con sus rascacielos, sus anuncios luminosos, el ruido de sus coches. Aunque todo no era bueno, también había gente que lo pasaba mal, sobre todo los negros, eso me hacía recordar a los gitanos de mi Granada. Volví a sentirme triste, pero ocurrió algo inesperado, me llamaron para ir a Cuba a dar conferencias.

Llegué a Cuba. Y mi sorpresa fue que me recordaba muchísimo a Andalucía. Cerraba los ojos y parecía que estaba en Málaga o en Cádiz, pero con más negritos por la calle. Me venían a la cabeza las canciones que escuchaba de chico, las habaneras. Tuve muchos amigos que conocían los libros que yo había escrito sobre todo “ Romancero Gitano”. Pero, tenía que volver a España, eso sí cargado de canciones, alegría de vivir, y muchísimos escritos inspirados en los buenos ratos que pasé en Cuba.


CUARTA PARTE

Y VUELVO A ESPAÑA, ¡ Tanta gente esperándome! Mi familia, mis amigos y muchas personas que ni siquiera conocía. Me sentía muy feliz.

Pero aquí en España había muchas tensiones, unos querían al rey, otros querían una España nueva con la República. Yo no podía estrenar mis obras de teatro, así que me dediqué a tocar al piano, la Argentinita cantaba y yo tocaba y juntos grabamos un disco, que tuvo mucho éxito.

Hubo elecciones y ganaron los que querían la República. En ese tiempo, junto a mi amigo y profesor Fernando de los Ríos, creamos el teatro “La Barraca”, con él recorrimos todos los rincones de España y hasta fuimos a Argentina donde tuvimos un éxito impresionante, una multitud vino a despedirnos.

Pero… de vuelta en España, la violencia flotaba en el aire, yo me dediqué a escribir al amor, a algunos no les gustaba lo que escribía y me llamaban maricón, loca… Tampoco les gustaba cómo pensaba.


Estaba a punto de estallar una guerra y yo me vine a Granada, quería estar con mi familia. El 18 de julio de 1936 estalló la guerra, en las guerras pasan cosas terribles, el odio y el rencor se apodera de la gente. Yo tuve que esconderme en casa de un amigo, pero vinieron a por mí un grupo de guardias civiles y Escuadras Negras, y me trajeron aquí, a la cárcel, cuando mi únicas armas han sido siempre la poesía y el teatro.

¡SÉ QUE ESTAS SERÁN MIS ÚLTIMAS PALABRAS!

1 comentario:

  1. Me ha encantado esta historia pues es intrigante, bonita etc., aunque la vida de Federico Garcìa Lorca fue un poco estresante pues viajò un motòn.

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